La irrupción del fascismo en Italia y un importante rearme alemán, tras la llegada de Hitler al poder, plantearon la posibilidad de un conflicto a escala europea y la necesidad de desarrollar aeronaves que otorgaran la superioridad aérea. Este escenario, junto a la teoría del poder aéreo de Douhet, Wever y Mitchell, impulsó el progreso en la aeronáutica, la cual experimentó avances tecnológicos revolucionarios que transformaron la industria y la aviación militar gracias al surgimiento de aviones más rápidos, eficientes y capaces, que incorporaban grandes innovaciones en diseño, materiales y motorización.
La Guerra Civil sirvió como campo de pruebas para muchas de estas novedades y los dos bandos, republicano y franquista, contaron con el apoyo de potencias extranjeras que proporcionaron aviones modernos y pilotos experimentados. También se ensayaron nuevas estrategias y tácticas de combate —como el bombardeo en picado utilizado por la Legión Cóndor alemana—, que dieron forma al futuro de la aviación militar en todo el mundo y facilitaron que el personal militar obtuviera experiencia en combate.
La aviación emergió como una herramienta capaz de redefinir la estrategia militar y el panorama bélico al brindar una perspectiva única sobre el campo de batalla. Las fuerzas aéreas resultaron esenciales, tanto para tareas de reconocimiento y apoyo a las tropas en tierra, como para hostigar al enemigo con bombardeos sobre sus ciudades, puertos, etc. Además, su capacidad para transportar suministros y refuerzos rápidamente a áreas clave, aumentó la movilidad y la eficiencia de las fuerzas combatientes.
Aviones de caza como el Messerschmitt Bf 109 alemán y el Fiat CR.32 italiano mostraron su superioridad en combate aéreo gracias a su velocidad y maniobrabilidad, y revelaron la efectividad de sus modernos diseños. Los cazas soviéticos Polikarpov también tuvieron un papel significativo. El I-15, conocido como Chato, era reconocible por sus alas en forma de gaviota, y el I-16, apodado Mosca por su agilidad y capacidad de combate, fue uno de los primeros cazas monoplano en entrar en servicio.
En cuanto a los bombarderos, destacó el uso del Junkers Ju 52, avión de transporte adaptado para misiones de bombardeo, y del Savoia Marchetti SM.79 italiano, que influyó en el desarrollo de futuros bombarderos por su velocidad y capacidad de carga.
En Madrid, Barcelona, Bilbao, Durango, Gernika, Santander, Gijón, Sagunto, Cartagena, Valencia y el resto del litoral mediterráneo se puso en práctica, de manera masiva, la teoría del poder aéreo como elemento bélico determinante y quedó patente la capacidad devastadora de la fuerza aérea y su terrible impacto en la población civil. La guerra española demostró cómo la aviación podía influir en el curso de un conflicto armado, y anticipó su papel crucial en la Segunda Guerra Mundial y en conflictos posteriores.