Durante su periodo como capital de la República, Valencia fue un crisol de emociones, lucha y solidaridad. Como ciudad de retaguardia, se convirtió en refugio de miles de personas que huían de las zonas afectadas por la Guerra Civil y la vida diaria estuvo marcada por la incertidumbre, la escasez de recursos y la presencia constante de la guerra.
La amenaza constante de los bombardeos generaba en la población civil un miedo continuo y serias dificultades para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Cuando las sirenas resonaban en el aire, anunciando el peligro inminente, la gente corría a refugiarse en sótanos, refugios y en cualquier espacio seguro que pudiera encontrar. Unido a ello, el transcurso de la guerra les obligó a afrontar la creciente escasez de suministros básicos, como alimentos y medicinas, a los cuales apenas podían acceder.
En medio del infortunio, los ciudadanos intentaron mantener cierta normalidad acudiendo a trabajar, buscando alimentos e involucrándose en actividades culturales, sociales y artísticas para distraerse y mantener el ánimo, mostrando su gran resistencia y determinación. A pesar de las circunstancias, teatros, cafés y centros culturales fueron espacios de encuentro donde se organizaron eventos, tertulias y exposiciones. También se celebraron actos culturales, conciertos benéficos y reuniones políticas en un intento por mantener viva la moral ante la adversidad.
La solidaridad entre vecinos se fortaleció, se crearon redes de apoyo y ayuda mutua para soportar las dificultades. Se formaron comités y organizaciones para ayudar a los más necesitados, se establecieron comedores populares y se hicieron esfuerzos colectivos para paliar los efectos de la guerra. Los refugios se convirtieron en espacios donde se compartían historias, temores y esperanzas, y se encontraba consuelo en la compañía de los otros.
Valencia se convirtió en un símbolo de la lucha de sus habitantes por la supervivencia, la resistencia y la solidaridad en medio de la guerra. Su población fue el testimonio de la capacidad humana para encontrar esperanza y apoyo mutuo, incluso en los tiempos más oscuros.