La Guerra Civil española sirvió para introducir nuevos métodos de destrucción que no habían sido utilizados en conflictos anteriores. A partir de 1937, las fuerzas franquistas y sus aliados empezaron a bombardear a la población civil, hasta el momento ajena a la guerra. Se estima que, desde el comienzo de la contienda hasta septiembre de 1938, fueron lanzadas en España sobre la zona republicana un total de 24.000 bombas, que causaron 7.000 muertos y 11.000 heridos, y destruyeron total o parcialmente 10.000 edificios.
Las ciudades más afectadas por los ataques franquistas fueron las de la costa mediterránea, pues formaban parte de la retaguardia y sobre ellas descansaba la economía republicana. Las ofensivas partieron principalmente desde la base aérea creada en Mallorca por el contingente militar enviado por Mussolini, cuyos efectivos -integrados en la Aviazione Legionaria delle Baleari- adaptaron las pistas de Son Sant Joan, Son Bonet, Inca, Alcudia y Ses Salines.
Los historiadores Rafael Aracil i Joan Villarroya estiman que, en los 637 días de bombardeos que sufrió la Comunidad Valenciana entre 1937 y 1939, murieron casi dos mil personas, mayoritariamente mujeres, niños y ancianos. En la provincia de Valencia, los principales objetivos de estas incursiones fueron las ciudades de Sagunto, Valencia y Gandía, en un intento de destruir sus respectivos puertos, que eran la vía de entrada de material de guerra, alimentos y otros suministros para el bando republicano. El acoso a las rutas de suministro republicanas también fue continuo. Según los autores, el trágico balance de estos ataques sobre la ciudad de Valencia osciló entre 515 y 847 muertos, casi 3.000 personas heridas y más de 800 edificios destruidos.
A partir de enero de 1937, las misiones de castigo y terror sobre la retaguardia republicana fueron constantes y cada vez más mortíferas. Los bombardeos aéreos tenían como objetivo táctico tanto sembrar la muerte y la destrucción, como desmoralizar al enemigo y aterrorizar a la población por su carácter indiscriminado e imprevisto. Estos ataques dieron inicio a un nuevo modelo de enfrentamiento bélico, en el cual la retaguardia se convirtió en frente de guerra y la población civil, en blanco por parte de los agresores.